Hace casi dos meses escribí la última entrada en el blog. Al final, una breve despedida, diciendo que me tomaba vacaciones. Dije que algunas semanas, pero en realidad no sabía cuánto tiempo sería. Tenía ganas de desconectarme, de descansar, no sólo del blog sino de todo, en realidad. Llevaba muchos, pero muchos años, soñando con un tiempo para “no hacer nada” y nunca me había atrevido a tomármelo. Bueno, nunca tampoco se había podido. Pero este verano de repente me di cuenta que se habían conjugado dos cosas: Sofi salió de vacaciones, y yo había terminado mis proyectos. Claro que tenía más, pero ninguno estaba en proceso y mis clientes también habían salido de vacaciones… sólo era cuestión de aventarme.
Y me aventé. Como cuando un paracaidista se avienta al vacío. Quizá la comparación es exagerada, pero cuando nunca has parado por ningún motivo (ni siquiera, por ejemplo, cuando te conviertes en mamá a principios de tu carrera universitaria), hacerlo pareciera la decisión más atrevida del mundo.
Y sin embargo, era tan atinada. Las primeras semanas me dediqué verdaderamente a no hacer nada ¡y fue tan delicioso! Aunque no les voy a mentir, me sentía como una niña que estaba dejando de hacer sus deberes. Estuve descansando, leyendo, descubriendo cosas interesantes, y disfrutando mis labores como madre. Como Sofi pasó a preparatoria, había muchas cosas que comprarle, así que aproveché para salir con ella y buscar todo lo que necesitaba. Fueron un par de semanas lindas en las que platicamos y paseamos mucho.
Después, pedí prestada a mi sobrinita de 4 años, y junto con Sofi y una amiga suya nos fuimos las 4 a la playa por una semana. Una semana, 4 chicas, ¿se imaginan? Fue relajante y cansado, todo a la vez. Pero sumamente increíble, y algo que me llenó de energía.
La realidad es que, ahora que lo pienso, ni siquiera fueron unas vacaciones tan largas que digamos, esos 2 meses.
A nuestro regreso, faltaba una semana para que Sofi entrara a clases, así que seguimos con los últimos preparativos y entonces entramos a la prepa.
Nunca pensé que nos costaría tanto acostumbrarnos a la nueva rutina pero, a más de un mes de haber entrado les puedo decir que a penas como que nos estamos queriendo acostumbrar. Las desmañanadas han sido taaaaaan difíciles para los tres!!!! Esa levantada sólo 1 hora antes de lo que acostumbrábamos, nos transtornó por completo el horario… seguimos sintiéndonos cansados y con sueño todo el día. A las 9 de la noche, religiosamente, nuestros párpados se ponen pesados, y para las 10, ya estamos que no podemos con nuestras almas y tenemos que irnos a dormir. Así que si les digo que mientras escribo son las 9:20 pm, ya se imaginarán cómo estoy 😉
Esto es un cambio de 180° para mí si recordamos que yo solía editar mis fotos y escribir mis posts a altas horas de la noche.
El regreso de Sofi a clases también marcó mi regreso al trabajo. No volví al blog, pero sí retomé mis proyectos con clientes. He estado esforzándome mucho por acomodarme a este nuevo horario… empezar a trabajar cuando todo lo que quisiera es volver a la cama, y luego acabar todo temprano para poder estar con Sofi las pocas horas que está con nosotros, antes de quedarnos dormidos, para empezar todo de nuevo al día siguiente. 🙂 Esto ha sido sumamente difícil para mí. Generalmente los lunes y martes me va muy bien, pero para el jueves ya estoy súper agotada… ¿cuánto tiempo se tarda uno en agarrar un horario así? No sé, pero al menos cada semana siento que me cuesta menos…
Eso fue mi verano, en pocas palabras.
Ahora septiembre acaba de empezar, el otoño está por llegar y con él, entramos de lleno a las festividades que hacen que se pase volando la segunda parte del año. Ya era tiempo de regresar acá. 🙂
En fin, no quisiera aburrirlos con demasiadas palabras, sólo quería contarles todo lo que ha pasado, por si tenían curiosidad.
Estos 2 meses me sirvieron tanto, como no tienen idea (hasta para volver a pintar, ¡después de tantos años!). Quizá para todos sea obvio que cuando estas agotado tienes que parar, pero es tan difícil darte cuenta de eso. Me refiero a: 1. darte cuenta de que estás agotado y 2. darte cuenta que puedes parar. Porque una cosa es que tengas que, y otra que puedas hacerlo. No sé si esté haciendo sentido esto que estoy diciendo, pero para mí lo más difícil fue darme cuenta que no pasaba nada por parar. Sobretodo con el blog que nunca en estos casi 7 años había dejado, yo estaba muy aprehensiva. Tenía miedo de que mis visitas bajaran, de que nadie pasara, pero… sorprendentemente, ¡mis visitas no bajaron!!!! En verdad estoy muy sorprendida, yo estaba segura y ya me había resignado a que bajarían, aunque sea un poco, pero no lo hicieron. ¡Así que gracias! Gracias a todos los que se han dado una vuelta por este rinconcito, y se han paseado por aquí, espero lo sigan haciendo. 🙂
En este tiempo he estado pensando mucho. Tengo tantas ideas que todavía no logro aterrizarlas, pero básicamente lo que les quiero decir es esto: hoy más que nunca quiero que Casa Haus sea un espacio de inspiración. Quiero que cuando vengan encuentren ideas que les ayuden a mejorar sus espacios y a disfrutar más su vida, así que para ello necesito de ustedes. Me encantaría que me ayuden, si es que quieren y tienen un momentito, para que me cuenten tres cosas: 1. Qué es lo que más les gusta de Casa Haus, 2. Qué es lo que les gustaría encontrar en Casa Haus y 3. Lo que ustedes quieran. Jajajajaja, sí, lo que ustedes quieran. Si tienen ganas de contarme lo que sea, háganlo por favor, con toda confianza. Pueden hacerlo en los comentarios, aquí abajo, o pueden hacerlo comentando en Facebook (o en Instagram, Twitter, Google+, o lo que se les ocurra). O pueden mandarme un email a rocio@casahaus.net.
Por lo pronto, el jueves los espero con un DIY que estuve preparando con mucho cariño para ustedes este finde…
¡Que tengan una maravillosa semana, los quiero!!!!
fotos: instagram
Casa Haus en Instagram | Twitter | Pinterest | Google + | Facebook | Youtube
]]>
Leave a Reply